"[...]Dudo y me pregunto si no será cierto que no valgo nada, como él me dice a menudo; y entonces siento tanta rabia y amargura, ¡que odio a todos!
No valgo nada, y mi carácter es agrio, y mi espíritu es malo, casi siempre. Si puedes elegir, mejor dime adiós;
te librarás de una molestia. Solo te pido que me hagas justicia en esto: créeme que si yo pudiera ser tan dulce, tan amable, y tan bueno como tú, lo sería;
y con más ganas aún, si fuere igual de sano y feliz que tú[...]"
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