Respiró hondo y se sentó en el suelo, mirando lejos pero sin ver nada, con la mirada empañada. Se mordía los labios para no llorar. Realmente quería sentirse bien, lo quería con todas sus fuerzas. Pero se sentía débil, pequeña, frágil, rota, quebrada; y no ayudó que empezara a llover. El frío le heló los huesos, pero por más frío que sintiera no era capaz de levantarse. No pudo más que sentir una sensación de Deja Vu: ¿por qué seguía confiando en los demás?
Con la lluvia cayendo con todo su peso sobre ella, se quedó inmóvil. Demasiadas confusiones, demasiado dolor, demasiados sentimientos contradictorios se cruzaban en su mente. Se sentía vacía, ¿qué iba a poder salvarla esta vez, cómo haría para ver de nuevo el sol? Si todo lo que había pensando hasta ese momento, si todo lo que la había hecho sentirse feliz y bien consigo misma por primera vez en mucho tiempo se había esfumado así, de repente, dejando solo un par de recuerdos borrosos, de los que se preguntaba si eran una verdad o habían formado parte de su imaginación: ¿cómo haría para volver a creer? ¿De dónde sacaría la fuerza que le habían robado?
Recuerdos de Kenia.
Hace 3 años
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