Había soportado tanto que casi no sentía. La habían desilusionado tanto que ya no esperaba nada de nadie. Se había caído tantas veces, que ya miraba el piso con demasiado precausión. El dolor la había desbordado, y creó defensas. Defensas fuertes, y un corazón más duro, un corazón que pudiese aguantar, porque su viejo corazón no lo habría soportado.
Y de esa manera creó una máscara para ocultarse; y también una enorme pared inquebrantable. La pared la separaría de la realidad, y nadie más podría lastimarla porque esa pared era irrompible. Y su máscara era del material más duro que encontró, una máscara que le permitiría esconder su rostro, sus expresiones y, sobre todo, sus sentimientos. Así estaría segura, y la soledad no dolería tanto, porque llevaba a su máscara y su pared a todos lados.
Recuerdos de Kenia.
Hace 3 años
1 comentario:
De River y con River, siempre.
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