En agosto del 2011, en mi viaje de egresados, nos llevaron a un lago donde había una leyenda: si tomabas un poco de agua sin usar las manos y pedías un
deseo, éste se cumpliría. Sintiéndome un poco tonta, pero guiándome por la necesidad de utilizar este recurso para pedir un deseo que necesitaba, lo hice: pedí que River Plate volviera a la primera A, lugar que jamás debería haber abandonado.
Días después, refugiada en una habitación con una amiga, ví el primer partido de River en la B nacional. Ganamos 1 a 0. Recuerdo haber salido por el pasillo gritando, extasiada, "quiero que el chori baile para la baaanda, ooh el chori en tanga!". Claro, me encontraba en ese estado de ebriedad-alegríaextrema-locura o lo que sea que traiga Bariloche.
Cuando regresé a mi casa, lejos de esa alegría barilochense, mi cuerpo recuperó el dolor que por 10 maravillosos días había olvidado: River estaba en la B.
Una grieta se reabrió en mí, una aguja que me pinchaba el corazón todo el tiempo, y que no paraba de dolerme. Las sonrisas me costaban el doble, nada tenía sentido.
Durante 363 días viví un infierno. Nada estaba en su lugar. No era el River que yo recordaba de mi infancia, era un River que se había caído en pedazos. Matías Almeyda fue mi héroe en ese fatídico 27 de junio de 2011, donde yo me había despertado en un mundo que no tenía sentido porque River estaba en la B, fue un héroe porque agarró y se hiso cargo de un equipo totalmente destrozado que nadie quería agarrar. Durante 38 fechas, odié y puteé jugadores, grité y ovacioné jugadores, me peleé y me reconcilié con el Pelado: pero por fin, este 23 de junio de 2012, el deseo que pedí en Bariloche se me hiso realidad: River volvió a primera. Rivière retournè.
No festejé esto, más bien me alegré y recuperé el aire. Me sacaron una espina del corazón: la herida quedará, pero de a poco yo voy a sanar. Al fin pude despertarme de esta eterna agonía, al fin volví a sonreír. River está resucitando, y así como tuvimos las malas, quiero creer que las buenas ya van a venir.
Espero que esta resurrección sea el comienzo de un nuevo nacer, que River vuelva a ser River: el que ganaba todo, el que se llevaba a todos por delante.
Las buenas están por venir!
Si pedir el deseo en el lago fue lo que nos salvó, si fueron los rezos y cábalas de millones de personas lo que nos salvó, si fue el amor de los jugadores por la camiseta, no lo puedo asegurar. Solo sé que River volvió, y está más
GRANDE que nunca.
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