Que hermosa infancia, que hermosa. Jugar en el colegio, que no nos importara nada. Ser la más alta de la clase (poder decirle a los demás "enanos"), que nadie te critique por SER VOS, que no te importara nada, como cuando cantábamos y bailábamos BANDANA en los recreos. Creer en los cuentos de hadas y princesas, y en el amor también. Que en tu cumpleaños te confermes con una muñeqita comprada en un Todo por $2, que tu única preocupación era que viva la Saylor Moon, ir a Patín y encontrar allá amigas, tener amigas verdaderas, que no existía la falsedad, tener peleas de pendeja con quien ahora extrañas más que nunca sobre todo cuando ves que es una de las pocas amigas fieles que tenés, reírnos de todo, esperar a que sea el verano porque estaba la Colonia de Vacaciones y ahí estaban mis amigos, mis noviecitos.. Que lindo sería volver, y evitar esos caminos que nos hicieron aprender las cosas que sabemos ahora: que el amor no existe, que las verdaderas amistades son poquísimas, que hay demasiada falsedad en el aire, que el 90 por ciento de lo que dicen los humanos son mentiras, que hagas lo que hagas tu familia no te va a valorar como persona, que por ser de River (al contrario que tu familia) nadie se va a preocupar por cómo te sentís vos de mal cuando ellos te impiden ir poniendo un montón de estúpidas excusas, que la vida es un juego y hay que saberla jugar.
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