A veces se sentía perdida. A veces sentía que le hubiese gustado ser más madura y segura de sí misma, para enfrentar la situación y aclarar las cosas; pero cuando llegaba el momento se arrepentía, y volvía a sentarse en su lugar con las palabras en la punta de la lengua. Dicen que hay que luchar por lo que uno quiere, defender lo que se siente..., ¿pero cómo defender/sostener lo indefendible? ¿Cómo enfrentar algo que al enfrentarlo podría causarnos un dolor insoportable? Era una cobarde, lo sabía, era una cobarde, una perdedora. ¿Iba a dejar que por décima vez se llevarna la alegría que debería ser de ella? ¿Por qué dejaba que siempre le pasara lo mismo, una y otra vez? Se removió en su asiento, incómoda, miró a su izquierda y dejó que su mirada se perdiera por la ventana que daba a un gran árbol, mientras suspiraba profundamente intentando serenar su interior. ¿Cómo seguir? Ella nesecitaba que alguien por una vez en su vida le tendiera la mano, la ayudara a levantarse y actuar, para no repetir viejos y repetidísimos errores que ya se veía venir. Pero estaba sola, ahí sentada, mirando a la gente pasar por delante suyo. Se chasqueó la lengua. Su vida había sido igual siempre: nadie la había ayudado en la primaria con los asuntos escolares, ¿por qué ahora alguien la ayudaría a vivir? Para muchos un simple paso es un simple corto e insignificante paso, pero para otros no: a ella le costaba ver la realidad, armarse de valor... Se dibujó una sonrisa en la cara y se puso de pie, preparada para fingir un día mas.
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