skip to main |
skip to sidebar
Muchas veces ella se escapaba de la realidad, se escapaba para permitirse soñar, para permitirse ilusionar. Y luego abría los ojos (o mas bien, otra persona se los abría), y caía de nuevo en el mismo pozo, dándose cuenta su verdad, cayendo en la cuenta de que por miles de intentos, jamás podría cambiar. Y tampoco quería, pues cambiar la alejaba cada día más de su verdadero yo. La única salida que encontraba la que menos le gustaba: la resignación. Resignarse a que en esa vida le tocaba lo que le tocaba, y que lo tenía que aceptar y ser feliz pese a todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario